Un sistema contra incendios es un conjunto de dispositivos y equipos diseñados para detectar, controlar y extinguir incendios de manera automática o manual.

Los componentes básicos incluyen detectores de humo, rociadores automáticos, extintores, alarmas contra incendios y sistemas de señalización.

Los detectores de humo pueden utilizar diferentes tecnologías, como ionización o fotoeléctricos, para detectar la presencia de humo. Cuando se activan, envían una señal para activar las alarmas.

Los rociadores automáticos son dispositivos que liberan agua automáticamente cuando detectan calor excesivo. Cada rociador se activa individualmente, permitiendo una respuesta rápida y localizada.

Los extintores de incendios deben usarse cuando se detecta un incendio en sus etapas iniciales. Es importante recordar el acrónimo «P.A.S.S.» (Pulverizar, Apuntar, Sujetar y Barrer) al usar un extintor.

Un sistema de extinción de incendios está diseñado para apagar el fuego, mientras que un sistema de supresión de incendios está destinado a controlar o contener el fuego hasta que los bomberos lleguen.

El mantenimiento regular incluye pruebas periódicas de los detectores, revisión de los rociadores, recarga de extintores, y asegurar que todos los componentes estén en buen estado de funcionamiento.

Las normativas varían según la ubicación y el tipo de edificación. En muchos lugares, ciertos tipos de edificaciones, como oficinas, fábricas y viviendas multifamiliares, están obligadas a contar con sistemas contra incendios.

Es importante verificar la fuente de la alarma, pero no se debe ignorar. Si se confirma que es una falsa alarma, se debe restablecer el sistema y llevar a cabo una revisión para prevenir futuras activaciones incorrectas.

La vida útil varía según el tipo de componente, pero en general, éstos sistemas deben ser inspeccionados y actualizados periódicamente para garantizar su eficacia a lo largo del tiempo.